Los que siguen el blog o han escudriñado un poco en el habrán podido leer sobre mis primeras notas sobre el Vipassana (10 días de meditación) y algunas otras ideas que surgieron a raíz del curso como Caminar descalzo como herramienta para desarrollar la ecuanimidad y la importancia de la orientación al proceso y no al resultado (aquí). Si has buscado algo más por tu cuenta sabrás que estos cursos están organizados en su totalidad por voluntarios, nadie cobra nada, nadie paga nada, como suele hacerse en las enseñanzas orientadas a la liberación.
El hecho de no pagar y no cobrar tiene una intención bien clara y es disminuir tu ego al máximo, lo que recibes es caridad, la comida, el trabajo de los demás, así que sea como sea te has de conformar con él, así como un mendicante se conforma con la comida que le sirven en su cuenco; y al no cobrar por tu trabajo te aseguras que no esperas nada a cambio, que es desinteresado y libre de deseo egoísta. Así entonces alimentas el parami de la renunciación, nekkhamma parami.

Entonces voy a Lutirano donde está el centro Vipassana de Italia, el Dhamma Atala, enlazando casi mágicamente un tren, con un bus, con un tren, con un bus, con una pequeña caminata hasta la puerta del centro donde con sonrisas, nos reciben a mi y a otros dos voluntarios, dando inicio a estos 15 días de servicio.
Por temas lingüísticos me asignan mannager de los chicos y con profunda alegría me encargué de servir a los 30 estudiantes a los que se les daba la oportunidad de conocer o establecerse en el Dhamma. Doce días que para algunos se hizo especialmente difícil, donde todos vivimos con profunda conciencia cada acción, mental, oral y física, intentando no reaccionar y fortaleciendo nuestra capacidad de amar, de ser compasivos, de permanecer ecuanimes… entre otras, gota tras gota.

Durante estos días, como servidor, se te da la oportunidad de intentar establecerte en la práctica mientras te encargas de una multitud de tareas, digamos que sería similar a hacerlo durante tu vida cotideana, con el añadido de estar en un centro de metitación y con al menos tres meditaciones grupales que ayudan muchísimo a tu páctica.
Para el final del curso cuando los nuevos estudiantes aprenden metta bhavana y se rompe el silencio, la tremenda alegría que había permanecido reservada para el interior de cada uno abre la puerta y las ventanas y sale volando para ser compartida y vivida por todos con una generosidad experimentada por primera vez para muchos.
Como servidor os digo que es un día donde recibes de vuelta sin esperarlo todo el amor que has venido dando dosificadamente durante los últimos diez días, pero pum! de un sólo trancazo! es una experiencia sencillamente preciosa.
Así que amigo meditador, si aún no has hecho servicio al Dhama durante un curso, no dudes más!