¿Cuántos de nosotros hemos estados envueltos en algún proyecto o actividad en búsqueda de obtener un objetivo y en algún punto nos vemos que hemos dejado de disfrutar lo que tenemos que hacer para lograr este objetivo? si el proceso no nos hace feliz ¿cómo nos va a hacer feliz alcanzar el objetivo? la única manera que esto suceda es por el simple hecho de liberarnos de la carga que se lleva a cuestas.
Aquí voy a tocar tal vez de manera desordenada algunas ideas que me rondan la cabeza.
Lo primero sería estar en el momento presente, pensar en el objetivo, que está al final de una distancia temporal, lo único que logrará es llenarnos de angustia, expectación, y sencillamente disminuirá nuestra «productividad» -por decirlo de alguna manera- sólo consiguiendo alejarlo. Mantenerse enfocado es vital para efectivamente conseguir un objetivo, pero también para disfrutar del proceso.
Cuando hice el curso de Vipassana hay dos anécdotas que contaba Goenkaji que pueden ilustrar este concepto de dos maneras sustancialmente distintas pero igualmente válidas, una no es tanto una anécdota sino el reconocimiento de los fenómenos que suceden durante los primeros días del curso, y es que el patrón de comportamiento habitual de la mente es a no estar en el momento presente sino a viajar a los pensamientos, al pasado, al futuro y a veces también a lugares extraños, resistirnos a esto sólo lo hará más fuerte, así, que con delicadeza y sonriendo le hacemos volver al momento presente, -una sensación física o la respiración-. El curso suele ser duro para todos, para unos más que otros está claro, sin embargo la clave para acabar los 10 días es mantenerse en el momento presente y dejar para luego lo que no pertenece al momento que estás viviendo, esto es de mucha ayuda en el día a día sin duda. Otra de las historias es contada más adelante en el curso, cuando las experiencia pueden ser placenteras durante la meditación, y es que cuando sientes que llegaste a un objetivo (siempre subjetivo claro) este se aleja, parece que jugara contigo, esto es simple ley de la naturaleza, la impermanencia de los fenómenos y los estados se hace evidente a la vista de cualquiera; cuando sientes que lo lograste, aquello se aleja nuevamente. De nuevo volver al momento presente y aceptarlo es clave para seguir adelante conservando un balance, un equilibrio, se ha alejado… pues se ha alejado, lo aceptamos y continuamos, es el momento presente, es lo que está sucediendo-
El logro es efímero por naturaleza; una vez lo consigues desaparece, ejemplo: hace un tiempo intenté hacer un doctorado, me pase más o menos 3 años trabajando en una tesis que no me hacía feliz, un día decidí dejarlo, digamos que se acabó mi sufrimiento con respecto a la tesis, me permitió enfocarme en otras cosas que si me hacían crecer y sentirme bien. En contraparte vi a otras personas a mi alrededor que se pasaron casi una década en sus tesis, muchos años aguantando malos tratos y otras situaciones que inevitablemente siempre salpican a los demás (ya sabéis la negatividad uno nunca se la guarda para sí mismo) finalmente lo consiguieron, el día de la defensa fueron más o menos felices según logré observar (más que todo por la liberación), luego sus vida continuaron igual que antes, sin la carga de la tesis , pero no más felices, el logro se desvaneció en menos de un día, sin haber disfrutado los 10 años de proceso, haría falta una balanza aquí.
No todo es para sobrellevar la aversión que nos puede producir algo indeseado, les puedo dar el ejemplo de mis 10 semanas en Dublín, un proceso que disfruté de cabo a rabo, exigente sin duda alguna, pero muy gratificante, en el que hice el ejercicio continuo de no mirar más adelante de lo que el mismo día que transcurría me intentaba enseñar. Al final de las 10 semanas llegó el momento del reconocimiento (la foto que veis arriba) un momento agradable sin duda, pero efímero como todos los demás; si en lugar de haber estado concentrado en el día a día hubiese estado esperando el momento final de reconocimiento, hubiese acabado destrozado y saboreando sólo unos minutos de una experiencia que no fue más que un proceso, no un logro.
El camino es infinitamente más que el logro en sí. Cuando emprendemos algo, lo más estimulante para mi es no saber con qué me voy a encontrar en el camino y que voy a ir aprendiendo a medida que vaya recorriendo (fundamental volver al punto 1). Por ejemplo, un competidor: meses de preparación, entrenamiento, autoconocimiento día tras día. El día de la competición aunque conlleve un momento intensificado, y máximo de presión no puede compararse con las múltiples situaciones que lo llevaron hasta ahí.
Básicamente es el mismo concepto que expuse anteriormente pero mirado en la perspectiva opuesta, los que me conocen saben que me gusta mucho la montaña, y que cuando puedo me escapo a subir, y a alguno de ustedes le he contado de mis mal llamadas «ascensiones exitosas» y de las otras: las primeras cuando alcanzas llegar a la cima y las otras cuando el camino te da lecciones y te manda de regreso al refugio, ambas pueden ser igual de aleccionadoras, más o menos intensas y es que aprendes más intentando llegar arriba que estando arriba por unos minutos.