No si a ustedes también les pasa, pero cuando voy a seminarios de Karate veo recurrentemente un tipo de karateka, por suerte no de manera mayoritaria, que va al seminario a hacer el mismo karate que hace en el dojo, casi-casi ignora las indicaciones del instructor y sigue ejecutando las técnicas como él ya sabe hacerlo, es decir un entrenamiento más para el que no tendría que haber viajado y pagado la cuota que conlleva un seminario.
Yo me pregunto ¿por qué? Hace poco oía al Sensei Scott Langley (en mi opinión de los mejores exponentes del Shotokan) donde hablaba de emular el karate de otros , y lo retador que esto era, es más fácil hacer lo que uno sabe que intentar hacer algo en lo que otros son buenos, primera respuesta, nuestros egos no quiere que seamos «malos» en karate. mucho se ha hablado de lo genial que es ser cinturón blanco porque no estás contaminado con información de ningún tipo, viejos hábitos, etc. y puedes aprender de manera «limpia» lo que te enseñan. Estas dispuesto a ser «malo» en karate porque no sabes karate, tu ego en el karate aún o existe (en el mejor de los casos).
Por supuesto los cinturones negros no son los únicos en asumir esta postura, les cuento mi historia brevemente: cuando comencé a entrenar con Dídac Sensei, yo tenía ya un pasado en karate, venia Venezuela con la SKIF (Cristina Reyes Sensei, Alejandro Castro Sensei, Ishikawa Sensei, Kanazawa Sensei, FVK, Selección de Miranda, etc.) tenía ya el 3er kyu que había obtenido en un examen donde prácticamente me desmayé del calor y la exigencia física. Por suerte para mi, habían pasado unos cuantos años desde mi último entrenamiento y me había olvidado de muchas cosas, pero sin duda estaba ahí el pensamiento «esto yo lo sé hacer» o peor aún «esto se hace así, yo sé cómo se hace», así que me costó entender que algunas cosas las había aprendido mal, libro de toda responsabilidad a mis antiguos instructores por que evidentemente no soy capaz de acordarme de cómo me lo enseñaron, pero lo que si era evidente es que en mi karate acumulaba mucha tensión, y por alguna extraña razón creía que esto era bueno, era fuerte, era Shotokan. Llego el momento donde fui capaz de desprenderme de «mi vaso lleno de mi Shotokan» y entonces comencé a aprender otros conceptos, de relajación, latigazo, contracción expansión, etc. Sólo cuando decidí vaciar mi vaso pude llenarlo con cosas nuevas.
Lo más fuerte del asunto es que lo he llegado a ver en cinturones blancos, algunos que según mis propias conclusiones provenientes de McDojos y de haber practicado MMA -alguna clase puntual seguramente- (sin saber que los peleadores de MMA no hacen una disciplina llamada MMA si no varias artes marciales, cada uno las suyas) se les hizo imposible aprender algo nuevo, y a las pocas semanas de entrar se fueron con su ego intacto de vuelta a sus casas donde se jactarán de haber aprendido karate con sus amigos.
Pero independientemente de si lo que sabes de antes te parece «bueno o malo», no se trata de eso, se trata de que el nuevo conocimiento necesita que le dejes entrar, es un estado mental, Mushin según entiendo. Conciencia de lo que estas aprendiendo sin importar lo que ya sabes, como una esponja seca que absorbe todo el agua que se acaba de derramar. Se trata de darle una oportunidad justa a las nuevas aproximaciones, no segadas por lo que creemos que está bien.
Con esto dicho, he hecho un pacto conmigo mismo, no dudo que a momentos lo romperé consciente o inconscientemente, pero cuando vaya a donde sea a aprender (mis entrenamientos regulares o entrenamientos especiales o cualquier otra situación) me iré con un vaso vacio y con una esponja seca para exprimirla en otro vaso cuando llegue a casa.